Nació en el seno de una acomodada familia militar, siendo su padre Ramón Rafael Ramírez, comandante de infantería, y su madre, Ana Sánchez del Campo Rubio.
Amalia mostró afición por la música desde pequeña, sin embargo, debido a los continuos desplazamientos motivados por los distintos destinos de su padre no pudo tener una educación musical formal y continuada. Aun así, con once años debutó en una función benéfica cantando la cavatina de la ópera de Betti, con gran éxito.
La adscripción carlista y fallecimiento de su padre hizo que la familia atravesase dificultades económicas, lo que decidió a Amalia a desarrollar su carrera musical, para lo cual se matriculó en el Conservatorio de Madrid con los maestros Valldemosa y Saldóni.
Tuvo ofrecimientos para integrarse en compañías de ópera, pero se decidió por la zarzuela, un género que en aquel momento estaba germinando. Debutó en el Circo a principios de 1853, en la zarzuela de Emilio Arrieta y Francisco Camprodón El dominó azul. En los siguientes años actuó en obras como Catalina, Mis dos mujeres, Guerra a muerte, Marina, La hija del regimiento y Llamada y tropa.
Su exclusividad con una compañía de Cádiz molestó a los autores de la época, lo que motivó que la vetasen en sus obras, por lo que comenzó a actuar en óperas cómicas italianas traducidas al español, muy en boga en aquel momento.
A la muerte de su madre abandonó la escena, volviéndose a incorporar poco después, tras lo cual entre 1857 y 1860 llevó a cabo exitosas giras por América.
Su matrimonio con el médico republicano Adolfo de la Rosa, con quien tuvo tres hijos, la llevó a emigrar durante la Restauración en 1874, brindándole la oporturnidad de participar en las óperas de Corsi en Milán, Gayarre, Patierne y Algdighieri en Bolonia y Verger en París.
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